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martes, 8 de marzo de 2011

La caza desde el punto de vista del Profesor Bergua (Sociólogo)

 Nota de A. L. Escalona :Aunque pueda parecer largo, leerlo con detenimiento y veréis que no tiene desperdicio .

Al final está la biografia académica del autor de la colaboración que como podréis comprobar es extensa y sus amplios conocimientos sociológicos le capacitan sobradamente para opinar sobre el entorno en que nos desenvolvemos en el mundo rural especialmente en los Pirineos que conoce perfectamente.


 
Sobre la caza
José Angel Bergua

         Me propone Angel Luis que escriba algo sobre la caza. Me resulta difícil porque no soy cazador y mi experiencia es escasa pues sólo fui unas cuantas veces cuando tenía 16 y 17 años. Es por eso que me referiré a ella desde otro punto de vista que, al menos en este caso, me resulta más cercano, el sociológico.   

         La caza en general y la del jabalí en particular, como ocurre con cualquier tipo de ocio suele ser una metáfora del orden social. Lo que ocurre es que hay tipos de convivencia social diferentes que sostienen prácticas de caza también distintas. No sabría decir cómo anda exactamente el asunto en  España, pero en Francia he leído que hay tres tipos de caza. En el sistema alsaciano, de tipo germánico, en la que la presa aparece como una producción de importante valor financiero, la colectividad local administra el derecho de caza en el conjunto del territorio para hacer negocio. Este sistema se parece al de los países del Este y penaliza al cazador local. El sistema del norte de Francia, de tipo anglosajón, está basado en la existencia de grandes propiedades en las que se organizan cazas privadas como las de los nobles de la Edad Media o como las que se dan en las muchas grades fincas de potentados más abajo del Ebro. Recuérdese la novela de Miguel Delibes, Los Santos Inocentes, o la versión que Mario Camus llevó al cine. Finalmente, en el sur de Francia, con pequeñas y medianas propiedades, hay una utilización colectiva por los habitantes de la Comuna. Aquí el derecho de caza no está vinculado a la propiedad sino a la localidad. 

         En la vertiente sur del Pirineo estamos mucha más cerca de este sistema que de los otros. Su característica principal, dice Servat, es que “sirve de expresión privilegiada o un modo de vida o de un tipo de sociedad muy antiguos, propios de la zona mediterránea”. De todas formas, más importante que el hecho de de tener ese carácter arcaico, se caracteriza porque participa del estilo de vida comunitaria de los pueblos. Dicho de otro modo, a diferencia de lo que ocurre con los otros sistemas, no se trasladan a la caza las desigualdades sociales, las jerarquías y el mercantilismo. 

         Los órdenes sociales basados en jerarquías irreversibles y desigualdades estables tienen un modo de concebir la convivencia que se ha vuelto hegemónico y que está presente, por ejemplo, en los centros de trabajo. Allí hay una división muy estricta de las tareas y una cadena de mando por la que circula un único combustible, la obediencia. En otros ámbitos, como los grupos de amigos, la lógica es distinta. No hay mandos previos dados de antemano y todas las jerarquías son provisionales y reversibles. En la caza que se practica en los Pirineos nos encontramos con que el comunitarismo no sólo sirve para organizar lifaras, hacer fiestas o charlar. También es capaz de gestionar un asunto tan complejo como es el de organizar la caza y conducirla hasta lograr abatir los jabalíes. 

         Este estilo de organización no me extrañaría que fuera visitado por los expertos en Recursos Humanos pues los sistemas jerárquicos con los que trabajan tienen sus limitaciones. En general, sirven para hacer frente rápidamente a tareas sencillas pero son incapaces de afrontar con él los problemas y, lo que es peor, no genera mucha pasión y compromiso en los ejecutantes. En cambio, en los sistemas no jerárquicos (o mejor,  “anárquicos” –palabra que etimológicamente significa “sin centro”-) ocurre lo contrario: no va muy bien para tareas sencillas pero logra que los participantes vuelquen su deseo en lo que hacen y permite producir soluciones para los problemas que se presenten. En fin, que la caza que se practica en los pueblos de los Pirineos  como Bielsa, desde este punto de vista sociológico que estoy aplicando, da la impresión de ser una actividad bastante saludable.

         No es la única virtud que , en mi opinión, tiene este ocio tan arraigado entre los montañeses. Si por su organización rivaliza con la que ponen en marcha los expertos, por el conocimiento sobre lo no humano que hacen entrar en escena no tienen nada que envidiar a los profesionales que forman las universidades. Los biólogos, ecólogos, etc. suelen proponer una visión del medio ambiente y de los animales, tanto salvajes como domésticos, bastante abstracta en el sentido de que es válida para cualquier territorio. Es abstracta también porque disponen de un saber que se destila en ese mundo abstracto de los libros, artículos científicos, conferencias y clases de Universidad. Ello a menudo sirve para que dichos expertos obtengan prestigio entre sus colegas, escalen en la pirámide académica y se vean reconocidos incluso por la esfera política. 

         El saber sobre el mundo animal que utiliza el cazador es bien distinto. Es un saber-hacer en el sentido de que está puesto para ser practicado y para ser enseñado a través de la praxis. Por otro lado, es un saber sensible al territorio, que interpreta al jabalí en el contexto concreto en el que se desenvuelve. Por eso el saber de un cazador de Echo, aunque pueda servirle para cazar en Bielsa, no es del todo válido. Cada pueblo o valle tiene su saber-hacer respecto a sus jabalíes porque sus territorios (barrancos, leneras, fajas, etc.) y la manera de acoplarse el jabalí a ellos son distintos. 

         Además, hay que estar atentos a los cambios que va experimentando el monte año a año pues el tamaño de las especies, las relaciones entre ellas, la vegetación de la que se alimentan o les sirve de apoyo,  etc. cambian y para detectar estas alteraciones que, sin duda influirán en los hábitos del jabalí, hay que visitar a menudo el monte, verlo, olerlo, palparlo, etc. En fin, el problema de los saberes de la Academia es que hablan de lugares abstractos y los jabalíes no son ni mucho menos bichos abstractos. Hay pues, en mi opinión una mayor potencia del saber sobre lo no humano que tienen los cazadores que el que es capaz de producir cualquier científico. 

         Por eso los informes sobre la presencia y cambio de hábitos de los urogallos que han elaborado recientemente algunos científicos han sido vistos con desdén por los cazadores. El problema es que la Administración, con un modo de proceder tan abstracto y alejado del  mundo como el de los biólogos o ecólogos, se lleva mejor con esta gente que con los cazadores. Algún día lo lamentarán.

         La misma superioridad que muestra el saber-hacer de los cazadores frente a los científicos naturales nos encontramos cuando les ponemos en frente a los cartógrafos. El más detallado del más grande de los mapas no logrará estar a la altura de la riqueza de nombres, de la cantidad de sendas, de los pasos, etc. que conoce la cuadrilla de cazadores. Este conocimiento de la geografía del territorio y su toponimia es también un saber práctico y situado pues hay que estar en el contexto concreto para aprenderlo. Además, incorpora anécdotas acerca de gentes a las que les pasaron cosas en cualquiera de esos sitios. Muchas de esas anécdotas podrán resistir el paso del tiempo e incluso se adherirán al topónimo o lo sustituirá. Todo esta información, que va más allá de la simple cartografía pues hace referencia a la experiencia y vivencia de los lugares, no cabe en ningún mapa. Además es variable y depende de los pueblos e incluso de las casas.

         Lo pude comprobar yo mismo en una excursión que realicé a Cotiella con los de Saravillo hace unos años coincidiendo con el final de sus fiestas. Nos acompañaba un conocido cartógrafo que tenía algún problema con el mapa de la zona que él mismo había elaborado. En  varios momentos de la excursión lo sacó para preguntar si el lugar donde estaban se llamaba de la manera que él había decidido. Vispe dijo sin mirar al mapa y señalando con la mano, que su padre siempre lo había llamado así pero que en otra casa el nombre que usaban era distinto. Además, mientras para una casa el terreno referido por el término llegaba hasta cierto lugar, para la de al lado se extendía más allá. Después de decir esto, llamó a Cazcarreta (creo), le trasladó la pregunta y estuvieron un buen rato debatiendo sobre todos los rincones e interpretaciones que escondía el topónimo. En fin, que del mismo modo que en la lengua hay zonas borrosas en las que los hablantes crean modos de entenderse, también la toponimia es objeto de negociación y construcción. El problema es que ni las gramáticas ni los mapas saben mucho de las lenguas y de los lugares realmente vividos (es decir, construidos, experimentados y negociados).

         Finalmente, me gustaría mencionar otra importante característica y ventaja de la caza respecto al orden que gestionan nuestras élites (políticas, científicas, económicas, etc.). Se trata del tipo de relación que facilita entre los pueblos y las ciudades. Como es sabido, su trato siempre ha sido desfavorable para los pueblos. Primero porque las ciudades los tomaron como objeto de explotación económica y demográfica. En ambos casos, e iba a la ciudad más de lo que llegaba y, además, eso poco que llegaba era considerado superior. Después de esta fase, que en algunos rincones de los Pirineos ha durado hasta bien entrado el siglo XX, vino otra sólo aparentemente distinta en la que los pueblos y sus entornos se convirtieron en objeto de disfrute, ocio y vacación de un urbanitas que en la actualidad suele saturarse con facilidad de su propio medio y necesita lo rural para distraerse. 

         En definitiva, el tipo de relación que ha construido el orden social que tenemos se caracteriza por haber convertido a los pueblos en objeto, primero de explotación y luego de consumo. El problema de esta relación no es sólo que sea jerárquica sino que los rurales y los urbanos que se encuentran en este escenario no terminan de encontrarse. En efecto, el urbanita viene apresuradamente a ver unos cuantos detalles, les hace fotos, lee los folletos oportunos y se vuelve a su cubil. El nativo, por su parte, mirará de sacarle todo el dinero que pueda, incluso con algún engaño y se quedará tan contento.

         La caza genera una relación distinta. Los urbanitas que son invitados a cazar o que forman parte de la asociación se relacionan con las gentes, conocen su mundo, participan y aprenden de él. A la vez, proporcionan información de su medio urbano y también pueden llegar a ofrecer algún tipo de ayuda si llegara el caso. En fin, que la relación es entre iguales. Y con esta relación, las ciudades y los pueblos quedan enlazadas de un modo distinto al que han instituido la Administración y el Mercado. Ya no se ven como objetos sino como sujetos.

         Y esto es todo lo que se me ocurre decir de la caza. Bueno, en realidad creo que es posible añadir una moraleja: seguid cazando porque así, además de entreteneros y atender el monte, contribuís a contrapesar modos de ser del orden instituido que no son nada saludables, todo lo contrario.

         Buena suerte
       

José Ángel Bergua Amores
Titulación:
- Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid
Unidad de destino:
-- Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (Gran Vía, 2, 50005 Zaragoza)
Docencia
- Licenciatura: Sociología (6 créditos, optativa, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales) e Introducción a la Sociología del conocimiento (6 créditos, optativa, Facultad de Filosofía y Letras)
- Doctorado (Programa “Sociología: ciudad, cultura y desarrollo): Curso “Análisis cultural de cambios conflictos y crisis” (6 créditos, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales) y línea de investigación “Análisis cultural” (6 créditos, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales)
Areas de Investigación:
- Juventud, Moda, Medio Ambiente, Conflicto del agua, Cultura.
Publicaciones:

- Libros:

- (coautor junto a María Ángeles López y Oscar García) (1994): 1993. La Juventud en Aragón (2 vol.). Zaragoza: Diputación General de Aragón.

- (1997) (coautor junto a Gaspar Mairal y Esther Puyal): Agua, tierra, riesgo y supervivencia. Un estudio antropológico del impacto sociocultural derivado de la regulación del río Ésera. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza.

- (2000) (coautor junto a Gaspar Mairal): De Joaquín Costa al Pacto del Agua. (Los aragoneses y el agua). Zaragoza: Egido .

- (2002) La gente contra la sociedad. Impacto sociocultural de un divertimento juvenil. Zaragoza: Mira.

- (2003): Los Pirineos y el conflicto del agua. San Sebastián: Iralka.

- (2005): Patologías de la modernidad. Fecha de Publicación: Oviedo: Nóbel (Finalista del Premio Internacional de Ensayo Melchor De Jovellanos el año 2003).

- (2007) (Director; coautores: Concha Martínez, Miguel Montañés, Pilar Negrete y Teresa Martínez): Coolhunting. Diseñadores y multitudes creativas en Aragón. Zaragoza: Diputación General de Aragón.

-(2007): Lo social instituyente. Materiales para una sociología no clásica. Zaragoza: Prensas Universitarias.

- Colaboración en libros colectivos.

- (1998) (coautor junto a Gaspar Mairal) "From economicism to culturalism: the social and cultural construction of Risk in the river Esera (Spain)", Simone Abraam y Jackie Waldren (eds.), Anthropological Perspectives on Local Development. Knowledge and Sentiments in Conflict, Londres: Routledge, pp. 75-96

- (2001): "Ciudadanos y montañeses. Los movimientos de oposición a la construcción de pantanos", Sanagustín, M. V., Gómez, C. y Lucas Marín, A. (comp.), La participación en las organizaciones: un desafío para el nuevo milenio. Zaragoza: Egido.

- (2008): “Creatividad juvenil”, Gomez Bahillo, C. (comp.), El estudio de la realidad social. Libro homenaje a la profesora Angela López Jiménez. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, pp 283-301.
- Artículos

"Points fixes endogènes et apropiations imaginaires", Societés,1998, nº 61, pp. 107-119.

"El economicismo y el biologicismo. Discursos y estrategias argumentales en el conflicto del agua", Temas de Antropología Aragonesa, 1998, nº 7, pp. 39-69.

"Los discursos sobre el agua y su impacto", Revista Internacional de Sociología, 1998, nº 21, pp. 147-172.

"Dimensiones referencial, imaginaria y pragmática del tiempo en la modernidad y en la postmodernidad", Papers,1998, nº 56, pp. 125-141.

"Contra la investigación social", Acciones e Investigaciones Sociales,1999, nº 9, pp. 41-81.

"De-finición y des-finitación de la juventud. Una crítica de la teoría standard", Política y Sociedad, 1999, nº 32, pp. 231-242.

"La socialidad lúdica juvenil. Sobre cómo los jóvenes erosionan el orden sociocultural instituido cuando se divierten", Revista Española de Investigaciones Sociológicas,1999, nº 88, pp. 107-152.

"Movimientos sociales, diferencias culturales y paradojas. La negociación del riesgo en la regulación del río Esera (Huesca)". Papers, 2000, nº 61, pp. 125-161.

"De la definición de juventud a la indefinida jovialidad", Sociedad y Utopía, 2000, nº 15, pp.137-152.

“Reinventar la montaña”, Temas de Antropología aragonesa, 2001, nº 11, pp. 49-88.

“La crisis de la democracia y la autoorganización anárquica”, Inguruak, 2002, nº 34, pp. 119-145.

“La manía paisajística”, Temas de antropología aragonesa, 2002, nº 12, pp. 101-128.

“Ser y parecer. Órdenes simbólicos y trangresiones imaginarias en los usos del vestuario”, Política y Sociedad, 2003, vol 40, nº 1, pp. 185-206.

“La reflexividad de la investigación social y anamnesis. Más allá de la perspectiva dialéctica”, Papers, 2004, nº 72, pp.11-30.

“Les socialités ludiques chez les jeunes. L'agon dans les boîtes”, Sprit Critique, 2004, vol. 06, nº 03, pp. 187-201.

“La necesaria e imposible autorregulación de de la violencia. El caso de la violencia lúdica juvenil”, Papers, 2004, nº 74, pp. 129-152.

“Del choque de civilizaciones a la fuerza religante de lo sagrado”, Inguruak, 2004, nº 39, pp. 47-73.

“Lo social instituyente y la imaginación”, Estudios Culturales, 2005, vol. 1, núm. 1, pp. 29-56 (Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California – México-).

“Para una sociología no clásica de los cambios, conflictos y crisis”, Acciones e Investigaciones Sociales, 2005, nº 20, pp. 41-74.

“Nosotros y los otros. Una aproximación reflexiva”. Culturales, 2006, vol. II, nº 4, pp. 7-49.

“Fragancias comunitarias y sabiduría”, Anthropos, (monográfico: “Michel Maffesoli, Una sociología de lo actual y lo concreto. La emergencia de nuevos fenómenos de tribalismo”), 2007 nº 15, pp. 164-176.

“La potencia de la comunidad. Más allá del discurso catastrofista”, Acciones e Investigaciones Sociales, 2007 nº 24, pp 131-149.

“Entrevista a José Angel Bergua: Modernidade, Ciencias Sociais e laminacion do instituyente” (entrevista realizada por Carretero Pasín, Angel Enrique), Roteiros, Arumes de Pensamento Crítico, 2008, nº 2, pp. 107-113.

“Ideology, Magic and Spectres. Towards a Cultural Análisis of Water”, Current Sociology, 2008, vol nº 58.

“Diseñadores, tribus y coolhunting. Una aproximación sociológica a la creatividad en el ámbito de la moda”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 2008, nº 128

Además de artículos en revistas especializadas y capítulos de libros ha escrito en solitario los siguientes libros: 

“La gente contra la sociedad, impacto sociocultural de un divertimento juvenil” (2002), 
“Los Pirineos y el conflicto del agua” (2003), 
“Patologías de la Modernidad” (2005, finalista del Premio Internacional de Ensayo Melchor de Jovellanos), 
“Lo social instituyente” (2007), 
“Sociología de la política” (2009) y “Estilos de la investigación social” (2011). 
Con otros autores he publicado cinco libros, entre ellos ”Coolhunting, diseñadores y multitudes estéticas en Aragón” (2007) y 
“Reinventar los Pirineos, a propósito del conflicto del oso” (2011, Premio de ensayo de la Delegación del Gobierno en Aragón”)
       

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